El Falcon del amor
El Falcon estaba contra la vereda, inmóvil
y cada vez más deteriorado
Estaba para tirarlo a la basura, que se lo lleven a un desarmadero y ver si quedaban piezas útiles para repuestos
Las llantas desinfladas y roídas por los ratones del Barrio
Las ventanillas con sus vidrios astillados y sucios
El Motor y sus partes principales faltaban
Estaba ….. allí
A veces los vecinos, limpios ellos, tiraban bolsitas de residuos. Al pedo porque el recolector pasa todos los días en Lanús, sin falta
El Falcon de Eustoquio no servía para nada
Eustoquio lo quería vender y nadie le daba dos centavos por el coche destartalado, incompleto, herrumbado, despintado, maloliente
Una porquería
Pero adentro tenía unos asientos grandotes, amplios, no muy deteriorados
Asientos casi de la medida de una cama simple
El delantero y el trasero
Se ve que la calamidad no llegó a deteriorarlos como a las otras partes del coche
Y esa tarde un pibe y una piba rondaban por la zona, conocidos ellos por todos nosotros
Ciprianito y Rosaurita
El de acá y ella de allá
Todos sabíamos de sus amoríos, que se amaban y querían mucho
Noviecitos de Verano, decían las comadres y abuelas de la cuadra
Hermosa parejas decían otros vecinos
Y una tarde el Falcón apareció con los vidrios de sus ventanas y ventanillas forrados con el diario de la Mañana. Ese periódico que ya habían leído todos los desocupados que paraban en la esquina de Eustaquio. Y que por esos años del 2000 fuimos muchos, más de treinta de todas las edades. Hijos de la depresión económica que nos llevaron los gobiernos de entonces, no hace mucho
Y al rato el Falcon comenzó a moverse como una licuadora pesada, ruidosa y desvencijada
Acompasados movimientos de cuna, dijo Chatito, con su sonrisa picarona y delatora de quien sabe que serie de T.V. de la tarde
Deben ser cómodos los asientos de la chatarra, dijo Angulo, siguiendo los agudos comentarios de los presentes
Nadie vió cuando entraron al vehículo . . . nadie de los allí presentes
Y las miradas socarronas y risueñas dejaron de verse, cuando por la vereda de enfrente, volviendo de su trabajo, pasó raudamente Don Nicasio el Padre de una de las criaturas que estaba adentro del Falcon
- Cobró vida la cucaracha de Eustoquio, como se mueve Ja Ja Ja Ja, comentó en voz baja, como para no molestar a los desconocidos habitantes de esos hierros ya calientes
y siguió ….. diciendo
- No les causa gracia, que están tan serios – requirió de la concurrencia –
Nunca supo el hombre que un familiar suyo era uno de los dos que producía esos movimientos acompasados y sensuales dentro de esa chatarra devenida en Hotel Alojamiento
Y se fue riendo a su casa
Al desaparecer de la vista de los desocupados y curiosos, ya en numero de 40 y pico, soltamos las carcajadas y nos metimos adentro del comercio más cercano, el de Eustaquio, haciendo cientos, miles de comentarios sobre esas palabras
Al rato el coche desvencijado no se movió más
Nunca nadie supo como entraron, cuando entraron y cuando salieron los amantes de esa chatarra famosa por esas horas de la tardecita
Siempre alguien vé ……. A través de las ventanas, de los visillos le dicen….
Pero no habló, mantuvo el secreto
Y las luces de la noche con sus faroles nuevecitos y la Luna plateada llenaron el espacio en la oscuridad de nuestro querido barrio del Sur del Gran Buenos Aires
Calucra
Estaba para tirarlo a la basura, que se lo lleven a un desarmadero y ver si quedaban piezas útiles para repuestos
Las llantas desinfladas y roídas por los ratones del Barrio
Las ventanillas con sus vidrios astillados y sucios
El Motor y sus partes principales faltaban
Estaba ….. allí
A veces los vecinos, limpios ellos, tiraban bolsitas de residuos. Al pedo porque el recolector pasa todos los días en Lanús, sin falta
El Falcon de Eustoquio no servía para nada
Eustoquio lo quería vender y nadie le daba dos centavos por el coche destartalado, incompleto, herrumbado, despintado, maloliente
Una porquería
Pero adentro tenía unos asientos grandotes, amplios, no muy deteriorados
Asientos casi de la medida de una cama simple
El delantero y el trasero
Se ve que la calamidad no llegó a deteriorarlos como a las otras partes del coche
Y esa tarde un pibe y una piba rondaban por la zona, conocidos ellos por todos nosotros
Ciprianito y Rosaurita
El de acá y ella de allá
Todos sabíamos de sus amoríos, que se amaban y querían mucho
Noviecitos de Verano, decían las comadres y abuelas de la cuadra
Hermosa parejas decían otros vecinos
Y una tarde el Falcón apareció con los vidrios de sus ventanas y ventanillas forrados con el diario de la Mañana. Ese periódico que ya habían leído todos los desocupados que paraban en la esquina de Eustaquio. Y que por esos años del 2000 fuimos muchos, más de treinta de todas las edades. Hijos de la depresión económica que nos llevaron los gobiernos de entonces, no hace mucho
Y al rato el Falcon comenzó a moverse como una licuadora pesada, ruidosa y desvencijada
Acompasados movimientos de cuna, dijo Chatito, con su sonrisa picarona y delatora de quien sabe que serie de T.V. de la tarde
Deben ser cómodos los asientos de la chatarra, dijo Angulo, siguiendo los agudos comentarios de los presentes
Nadie vió cuando entraron al vehículo . . . nadie de los allí presentes
Y las miradas socarronas y risueñas dejaron de verse, cuando por la vereda de enfrente, volviendo de su trabajo, pasó raudamente Don Nicasio el Padre de una de las criaturas que estaba adentro del Falcon
- Cobró vida la cucaracha de Eustoquio, como se mueve Ja Ja Ja Ja, comentó en voz baja, como para no molestar a los desconocidos habitantes de esos hierros ya calientes
y siguió ….. diciendo
- No les causa gracia, que están tan serios – requirió de la concurrencia –
Nunca supo el hombre que un familiar suyo era uno de los dos que producía esos movimientos acompasados y sensuales dentro de esa chatarra devenida en Hotel Alojamiento
Y se fue riendo a su casa
Al desaparecer de la vista de los desocupados y curiosos, ya en numero de 40 y pico, soltamos las carcajadas y nos metimos adentro del comercio más cercano, el de Eustaquio, haciendo cientos, miles de comentarios sobre esas palabras
Al rato el coche desvencijado no se movió más
Nunca nadie supo como entraron, cuando entraron y cuando salieron los amantes de esa chatarra famosa por esas horas de la tardecita
Siempre alguien vé ……. A través de las ventanas, de los visillos le dicen….
Pero no habló, mantuvo el secreto
Y las luces de la noche con sus faroles nuevecitos y la Luna plateada llenaron el espacio en la oscuridad de nuestro querido barrio del Sur del Gran Buenos Aires
Calucra
8 de Noviembre de 2008
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