Eran dos pescadores, hermanos gemelos, uno soltero y el otro casado.
>
> El soltero tenía una lancha de pesca, ya vieja, que era la herramienta con
> la que lograba su sustento.
>
> Un día, muere la esposa del hermano casado y, como las desgracias no vienen
> solas, la lancha del hermano soltero se va al fondo del mar.
>
> Una viejecita del pueblo, curiosa y metiche, va a darle el pésame al viudo,
> Pero confunde a los gemelos y se dirige al que ha perdido la lancha.
>
> - Recién me enteré. ¡Qué pérdida enorme! Debe ser terrible para tí.
>
> - Sí, estoy destrozado, pero es preciso enfrentar la realidad. Debo
> reconocer que estaba ya vieja. La rajadura de adelante estaba tan grande que
> ya no había con qué llenarla y el agujero de atrás se agrandaba más cada vez
> que la usaba. Además estaba deformada al medio y no se le podía quitar el
> olor a pescado.
>
> La parte de atrás estaba bastante caída y las curvas de adelante casi habían
> desaparecido.
>
> Pero yo me siento culpable porque se la prestaba a cuatro amigos para que se
> divirtieran; les pedí que la usaran con cuidado, pero se montaron los
> cuatro a la vez y ella no aguantó.
>
> A la viejita, muerta de un infarto, la enterraron al otro día.
domingo, 7 de octubre de 2012
CONFUSION EN EL FUNERAL
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