jueves, 29 de diciembre de 2011

EXPLORANDO OTROS MUNDOS

Fui juntando peso a peso, mes tras mes, hasta reunir la cantidad de pesos, que al cambio oficial, se transformaron en u$s 900. El objetivo era comprarle una computadora a mi hija, pero ella la recibió, como regalo de cumpleaños, por parte de su padrino.

Con el dinero ahorrado, para no perderlo por la desvalorización monetaria, compré un telescopio marca “Sky-Watcher” con refractor acromático de 102 mm, montado sobre un trípode de acero para una máxima estabilidad. En un mes ya había explorado unas setenta estrellas que se ven a simple vista en el cielo nocturno.

(SIC Clarín, 23-12-2011, pág. 6)

“Ya hay 700 planetas extrapolares registrados. Los astrónomos se han lanzado a buscar otros sistemas planetarios. El observatorio Kepler de la NASA fue utilizado para identificar un sistema de seis grandes planetas orbitando en torno de una estrella, llamada Kepler II, a unos 2.000 millones de años luz de la tierra.”

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El telescopio me permitía acercar enormemente las estrellas y así poder determinar si se trataban de planetas, lunas o estrellas.

Pero un día ocurrió algo inesperado. Eso que cualquier investigador espera pacientemente después de muchas noches de esfuerzo. Estaba emocionado y el corazón me palpitaba aceleradamente.

Lo que estaba viendo a través del telescopio era como un planeta, blanco, brillante. No se distinguían cráteres ni depresiones. Tampoco se mostraban altitudes. Era como una bola de billar. Esférico, blanco y brillante. Su superficie parecía de una redondez perfecta.

(SIC Clarín, 23-12-2011, pág. 6)

“La nave espacial japonesa Hayabusa volvió en junio de 2010 con polvo de la superficie de Itokawa, un asteroide grande tipo S ubicado en el cinturón de asteroides. El análisis de las 52 partículas, todas de menos de cien micrómetros de diámetro, permite confirmar que los meteoritos más comunes que llegan a la tierra, llamados cóndrulos ordinarios, no son metálicos sino rocosos y procedentes de estos asteroides.”

Al ajustar las lentes un poco más, logré divisar varias formas en movimiento alrededor del planeta y que circulaban a cierta altura del mismo. Para compararlo con una idea terrestre, sería como varios aviones volando a cierta altura alrededor de nuestro planeta.

¿Sería un planeta habitado por seres inteligentes que, tripulados en sus naves, se desplazaban a una velocidad difícil de calcular, puesto que yo no poseía puntos fijos de referencia?

Las naves se desplazaban, algunas, desde el este al oeste y, otras, en sentido inverso. Pero otras eran más erráticas, como si no describieran una elipse alrededor del planeta. Pude calcular entre quince y veinte naves todas muy similares entre sí, como si siguieran un patrón de diseño aerodinámico que ofrece poca resistencia al ambiente y a la gravedad. Todas se desplazaban muy cercanas entre sí. ¿Serían naves intergalácticas?

(SIC Clarín, 23-12-2011, pág. 6)

“Dos descubrimientos llevaron a los astrónomos a repensar el origen del universo:

En noviembre de 2011 se reportó la observación de prístinas nubes de hidrógeno, cuya composición química data de los primeros cientos de millones de años posteriores al Big-Ban, cuando aún no se habían formado las estrellas.

El otro hallazgo fue una pequeña estrella en la Vía Láctea, prácticamente desprovista de metales, como lo eran las estrellas tempranas del universo”

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De lo que estaba completamente convencido era de la destreza de sus pilotos ya que las naves no colisionaban unas contra otras. Seguramente se trataba de pilotos expertos. ¿Se estarían entrenando para abordar algún planeta distante? ¿Serían pilotos de guerra? ¿Invadirían la tierra? ¿Cuánto nos quedaba de vida? ¿Vendrían en son de paz?

Volví a ajustar el ángulo de la lente y logré notar que, lo que sería el polo norte, no estaba iluminado, como si su sol no llegara hasta ese recóndito lugar. El polo norte estaba a oscuras. Pero el polo sur estaba totalmente iluminado.

Para próximas inspecciones trataría de medir el ángulo del eje de los dos polos, la velocidad de giro del planeta, y la duración de traslación alrededor de su sol. ¿Cuántos planetas integrarían este sistema planetario que acababa de descubrir? ¡Cuántas incógnitas me surgieron en un ratito!

De repente, todo quedó a oscuras. El planeta ya no se veía. Había desaparecido la imagen que me brindaba mi telescopio. Pero si no había nubes ese día. ¡No cabía en mi asombro!

Entonces, me aparté del telescopio unos centímetros, alcé la vista hacia arriba y noté que la vecina del tercer piso había apagado la luz de su balcón.

Eduardo Dutchen

29 Diciembre 2011

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