martes, 27 de diciembre de 2011

DISCURSO MALOGRADO DE GRADUACION 2011

Ahora te envío el que no fue, el que no pudo ser, por cuestiones de censura. La misma radica en que sólo me dieron cuatro minutos para el discurso. Debía ser breve, ya que debían entregar el salón de actos para otro evento.

Y bueno... Se lo perdieron... Allá ellos.

Saludos!!! y Feliz Navidad para vos y Cecilia!!!

Eduardo Dutchen

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(POR FALTA DE TIEMPO).

Cuando me encomendaron el discurso para esta graduación, alguien me aconsejó comenzar con una frase célebre o con un refrán famoso. Me indicaron que en ningún discurso deben faltar.

Entonces elegí dos dichos de Albert Einstein. Aquí va el primero:

“Hay dos maneras de vivir la vida, una, como si todo fuese pura casualidad y otra, como si todo fuese un milagro.”

De ninguna de las dos formas se requiere esfuerzo alguno, todo es dejar que ocurran las cosas, mientras nos rascamos las colgantes con ambas manos.

Pero hoy aquí, de 3º 1º, se reúnen 26 personas, además, sumados todos los terceros años, alcanzamos 70 historias diferentes, que por distintos motivos, llegamos hasta aquí.

Nada es tan fácil como parece, ni tan difícil que requiera un milagro. Pero cada uno debió esforzarse, en mayor o menor medida, y cumplir con distintos requerimientos cotidianos. No fue en vano ya que hoy culmina esa etapa. Como es natural, algunos compartimos los tres años, algunos quedaron en el camino y otros se fueron incorporando.

Así son las relaciones humanas, llenas de sumas y restas, multiplicaciones y divisiones.

¡Tranquilos! Si hemos superado a los malditos polinomios, si cada uno pudo desplegar su propio mapa conceptual y con una gambeta maradoneana logramos eludir las cohesiones textuales, y además, te hacen desaparecer la inflación o te transforman inseguridades en vagas sensaciones, tu viejo jubilado sobrevive con $ 42.- por día, y nosotros hemos llegado hasta aquí, estamos preparados para todo.

Desde mañana vendrán nuevos desafíos, nuevos sueños, que requerirán otros esfuerzos y cada uno seguirá su camino con la finalidad de culminar otra etapa en su vida.

¡Qué importante es la matemática para nuestras vidas! En el futuro, cuando esté mirando los perejiles desde abajo, en lugar de contarlos por sus raíces, aplicaré la propiedad distributiva del cuarto caso de los polinomios, obteniendo así el cuatrinomio cubo perfecto. Es sencillo: “El cubo del primer término, más el triple producto del cuadrado del primero por el segundo, más el triple producto del primero por el cuadrado del segundo, más el cubo del segundo término”. ¡Más sencillo, imposible! ¡Es como la cuadratura del círculo!

¡La trigonometría! ¿Es el trigo elevado a la tercera potencia? La potencia del pobre productor que corre todos los riesgos desde la siembra hasta la cosecha, la potencia de los mercados que establecen los valores de compra-venta con los márgenes de ganancias y la potencia recaudadora del Estado a través de la AFIP.

Hoy recuerdo: ¡qué satisfacción sentía cada uno!... Al desplegar su propio mapa conceptual. Esos engendros eran el resultado de unos urgentes orgasmos intelectuales desprovistos completamente de la calidad total necesaria. Y el profesor, consternado y resignado, tenía que verlos uno a uno, a esos jeroglíficos esquemáticos para calificarnos. Por eso, es lógico que hoy el profe esté pidiendo urgente la jubilación anticipada por invalidez. ¡Lo hicimos pelota!

Lunes, ¡todos los lunes son malditos!, ¡a última hora!… Cuando ya queríamos evadirnos, cuando queríamos dar por terminada la jornada escolar de ese día, debíamos conectarnos con la materia química. El día que quise explicar la composición molecular de un alcano pero la confundí con la del alquino, se armó tal despelote con las fórmulas, que todavía no nos explicamos por qué esa reacción química en cadena de neutrones y protones acelerados alrededor del núcleo no produjo una explosión nuclear. ¡Hubiéramos volado todos los presentes y cien metros a la redonda!

Después nos aclararon que fue por obra y gracia de la teoría de la relatividad. Claro, la relatividad demuestra que todavía éramos relativamente unos principiantes.

Pero si ustedes ya se creen capacitados para proceder, háganlo ya mismo, no pierdan el tiempo… Pero no destruyan el planeta y que no cueste más vidas, ya sean humanas, animales o vegetales. En este mundo que vamos llenando de excremento, por lo menos cuidemos la poca agua potable que nos queda.

En casa, cuando era chico, convivíamos hablando el ucranio y el castellano. Un buen día, en el barrio, se instaló una decena de inmigrantes italianos. Me resultaba sorprendente lo bien que nos entendíamos. Ya en la secundaria, por sorteo, me tocó el idioma francés. Cuando me dijeron ¡sos un políglota!, ahí nomás nos trenzamos a las trompadas, creyendo que me habían insultado. Hoy, después de tres años de inglés, pude entender lo que quería manifestarme el vecino italiano cuando me gritaba: ¡Ma’ fangulo! y ¡Mascalzone maledetto! Pregunto yo, ¿el latín, no me aclararía el panorama?

Siempre me gustó la literatura, el lenguaje, el castellano, o como se llame la materia idiomática. Recuerdo que me enamoré de una profesora de grafía. Digo grafía solamente, porque me prohibieron decir malas palabras. La profesora resaltaba la redondez de su grafía en su justa medida y en el debido tiempo. ¡Estaba a punto!

¿Faltaba algo más? ¡La problemática social contemporánea! Recorrimos varios textos de autores retorcidos, algunos incomprendidos y otros renegados sociales. Pero al final, terminamos “Comiendo papas fritas baratas”. ¿O no, profe?

¡Ánimo! ¡El ser humano se atreve a cosas tremendas!

Por eso, también elegí, un segundo dicho de Albert Einstein que refleja una gran verdad:

“Existen dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana, aunque de la primera, tengo mis serias dudas”.

Hubo dos guerras mundiales, dos bombas atómicas y varios genocidios tremendos.

Pero también hubo avances científicos y tecnológicos que nos asombraron. Se llegó a la luna, se enviaron sondas interestelares y se logró incrementar la expectativa de vida.

Así es, el ser humano se atreve a cosas tremendas. Y el mundo sigue girando.

Nosotros, los 26 ó los 70, llegamos hasta aquí, y desde aquí, partiremos hacia nuevos destinos y por distintos rumbos. Es posible que muchos de nosotros no volvamos a vernos nunca más (algunos susurran: ¡menos mal!). Tal vez no compartamos nuevos esfuerzos y ni siquiera recordemos todo lo que ya hemos compartido.

¡Así son las relaciones humanas!

Suerte a todos y gracias por compartir este tiempo. Yo los llevaré en el recuerdo y en mi corazón.

Me despido, con la mención de la juventud, representada por Magalí Alexandra Demarchi (18 años) y con la mención de la experiencia, representada por Manuela Adelaida Romano (76 años), ambas, compañeras de 3º 1º.

¡Gracias a todos los terceros!

¡Gracias!… y… ¡hasta siempre!… ¡¡¡3º 1º!!!

Eduardo Roberto DUTCHEN

02-12-2011

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