Un médico ya anciano que siempre trabajó en el medio rural, pensó que ya
había llegado la hora de jubilarse después de haber ejercido la
medicina durante 50 años.
Encontró a un joven médico que quisiese ocupar su sitio y le sugirió
que le acompañase en las visitas a domicilio, para que las personas se
habituasen a él de manera gradual.
La primera visita se trataba de una mujer que se quejaba de dolores en
el estómago.
El anciano doctor le respondio:
-Sabe, la causa mas probable es que usted abusa de las frutas frescas…
¿Por qué no reduce un poco su consumo diario y las selecciona las
mejores?
Cuando salieron de la casa el joven le preguntó:
-Doctor usted ni siquiera examinó a la mujer…
¿Cómo consiguió hacer un diagnóstico tan rápido?
Bueno, no merecía la pena examinarla.
-¿Usted se dio cuenta de que dejé caer el estetoscopio al suelo?,
cuando me agaché para recogerlo,vi que había media docena de cáscaras de naranjas,
manzanas y ciruelas verdes, inadecuadas para el consumo en el cubo de la basura.
Y eso es seguramente lo que le ocasionaba los dolores de estómago.
En la próxima visita usted se encargará del examen.
-Humm, que astuto es, pensó el joven.
En la siguiente casa, se entretuvieron durante varios minutos hablando
con una mujer bastante joven.
Ella se quejaba de que se fatigaba mucho.
-Me siento totalmente sin fuerzas… dijo
El joven doctor le respondió entonces:
-Usted, -quizás- se entrega demasiado a la iglesia.
Si redujese esa actividad, tal vez recupere su energía.
Una vez que hubieron abandonado la casa, el anciano doctor le dijo a
su sustituto:
-Su diagnóstico me ha sorprendido…
¿Cómo fue que llegó a la conclusión de que aquella mujer se daba en
cuerpo y alma a los trabajos religiosos?
Yo apliqué la misma técnica que usted me enseñó:-
Dejé caer mi estetoscopio al suelo, y cuando me agaché para recogerlo,
vi al sacerdote debajo de la cama…
martes, 8 de mayo de 2012
Estetoscopio
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